domingo, febrero 08, 2009


Buenassss, después de unos dias con un gripazo de aupa que me ha tenido entre caldos y mantas toda la semana. La fiebre me ha jugado estos días malas pasadas. Un ejemplo podría ser el no encontrar algo que tu cabeza dice haberlo dejado en un sitio determinado. Lo vás a buscar y no está. Busca y rebusca... y nada. Al final lo que buscas lo encuentras pero en un sitio diferente y, perplejo, aseguras categórico para tí mismo: "yo, eso no lo he dejado ahí".

Esto me ha hecho recordar a un personaje mitológico, enredador y "coñero" de las aldeas bercianas (y del que se habla también en otras regiones del norte peninsular). Son los famosos "Trasgos". Hace unos meses cayó en mis manos un curioso libro, obra colectiva de varios autores, titulado"Bierzo Mágico".
En este recorrido por el mágico Bierzo, José A. Balboa de Paz, un gran estudioso de todo lo berciano, hizo un apartado dedicado a "Mitología Berciana" y en él reflejó el carácter del

EL "TRASGO" BERCIANO

Dice José A. Balboa de Paz :

"El mito del duende o trasgo es común a todos los países del oeste y norte de Europa, pues al parecer tiene origen celta; otros, por el contrario, lo asimilan a los lares romanos, especie de espíritus protectores del hogar y de los campos, e incluso a los larvae y lemures considerados como almas perversas de ciertos difuntos, que errabundean por los campos y casas molestando a sus moradores.
Covarrubias, en 1611, lo define como “espíritu malo que toma alguna figura, o humana o la de algún bruto, como es el carbón”.
En realidad se trata de un ser de pequeño tamaño, travieso y juguetón que se introduce en las casas, especialmente en la cocina o en las cuadras, y lo revuelven todo, aunque también tiene la manía de dejarlo luego ordenado.
Del Llano Ovalle, en 1896, recuerda que los niños bercianos cantan en corro esta canción: “¿Quién será el duende/ que anda por ahí?/ que ni de día ni de noche/ nos deja dormir...?”.

Algunos visten un gorro colorado –en Asturias se le llama “el del gorru colorau”– y suelen tener la mano izquierda agujereada. También si se le manda la tarea de contarlos le ocurre lo mismo pues no sabe contar mas que hasta cien, diez o dos, y cuando llega a esas cifras deben empezar de nuevo por lo que se aburre y también se va (Callejo y Canales, 1994; Cabal, 1945; Castañón,1976; Poncelas, 1993).

Al trasgo se le confunde muchas veces con el diablo burlón y a este con aquel. El trasgo o diablo hace muchas travesuras. Alicia Fonteboa recogió en Ancares esta narración de labios de una señora: “Estábamos en la cama. Viu un ancarés y en esto andaban con los palos arrastro. Y el marido mío, dice: ¿pero quen é este que anda por eiqui?, quen é? Pasó un ratadín y al ratadín volviu outra vez a enredar ailí. Era el diablo. Dice el home: ¡como me levante engánchote por las orellas y amátote! Y en esto marchou el diablo pateando por la habitación y aplantouse en una ventana y desde ailí saltó pra abaixo y ya non vimos mas nada” (Fonteboa).

Otra de sus trastadas consiste en enredar con los animales. En Viñales el trasgo solía entretenerse al estilo de los follets catalanes, es decir, trenzando las crines de las caballerías y provocando estruendos de lo más variado con el único propósito de no pasar desapercibido (Canales y Callejo, 1994).

Una de las anécdotas mas frecuentes del trasgo –trasno se dice en Ancares– es la de mudarse de casa con los vecinos cuando estos, aburridos de sus trastadas, deciden abandonar su casa. “Andar de casa mudada” suele ser la fórmula con la que terminan muchos cuentos, como este recogido en Ancares: “Un día que no estaba la ama fue (el trasgo) a la corte de las vacas. Antes se comía en unas cazolas de barro. Llegó el demonio a casa, fue a la corte y llenó las cazolas de boñigas de las vacas. Fue arriba y dijo: hoy fixemos papas, hoy hay que comer papas, que hoy fixemos papas. Y cuando llegaron los otros a casa vieran las cazolas llenas de basura de las vacas, y él muerto de risa". Hacía muchas tonterías. Entonces decidieron cambiar de casa. Ir para otra casa para ver silos dejaba en paz el demonio y cogieron las cosas que había antes, que eran muy pocas; antes no había nada. Marcharon con todo a otra casa y les quedaba un rastrelo de lino y o que ven detrás dixo: andamos de casa mudada, pero inda nos quedo el rastrelo y voy a ir a por él, decía el demonio (el trasgo) (Fonteboa)"...

----------------------------
De pequeño, mi padre me contaba todo serio que a él, cuando se le cabreaba el "trasgo" de la sastrería, empezaba a defectar y vomitar trozos de trapo, güata para hombreras y entretela, además de esparcirle los botones de los abrigos con los que, a escondidas, comencé yo a confeccionarme los primeros "yo-yós".

Cuando se dedica a incordiar, es muy difícil deshacerse de él y si los dueños de la casa deciden mudarse a una nueva, no tarda en aparecerse tras ellos.
Para echar a un trasgo de casa se le suele encargar alguna tarea imposible. Por ejemplo:
•Traer un cesto lleno de agua.
•Recoger harina o cebada del suelo (se le escapa por el agujero de la mano).
•Blanquear un carnero negro.
•Echarse un "cuesco" o ventosidad y pedirle que nos lo "pinte de verde".

En su testarudez y como se cree capaz de hacerlo todo, aceptará el reto, pero al pedirle cosas imposibles que no logra llevar a cabo, sentirá herido su orgullo y se irá de la casa para siempre.

No hay comentarios: