GARCIA, MONJAS Y NUEVAS TECNOLOGÍAS.
Las vacaciones de verano forman ya parte de los gratos recuerdos... A éstas alturas de año el curso escolar, la vieja pesadilla, ha comenzado de nuevo, aunque diferente.
Con diez años recién cumplidos, se produce el milagro: por fin me veo liberado de una monja, de nombre Eufemia, que durante los dos cursos anteriores no se había olvidado (junto a mi amigo y compañero de clase “Pepén”) ni un solo día de dejarnos castigados después de clase.
La tal Eufemia tenía tantas dotes de visionaria y era tal su bagaje como educadora que, en el transcurso de una escalofriante reunión con mi madre -y yo como acompañante-, predijo mi futuro:
-“Este niño debe dejar de estudiar… no creo que llegue siquiera a poder aprender el corte de sastrería. Lo mejor que puede hacer es ponerlo a que haga los recados…”
Desolada, mi madre decide cambiarme de colegio y… se produjo un espectacular giro que, no obstante, estuvo a punto de truncarse y hacer buenas las predicciones de la monja visionaria. Me explico…
Atrás quedaba un verano, el del 64, que resultó espectacular. El gol de Marcelino que dio a España el campeonato de Eurocopa de selecciones nacionales lleva a mi padre a plantearse “la compra de un televisor”. Campelo será el proveedor de la primera tele de casa…recuerdo perfectamente la marca: “Philco”, un hermoso aparato en blanco y negro…
La llegada de este “chintófano” (como lo llamaba mi abuela Olimpia) abrió un nuevo mundo para mí: “Galas del Sábado”, “Viaje al fondo del mar”, “Los Intocables”, “El Virginiano” comenzaron a colarse en mi vida… y, por supuesto, las películas de Charlot en navidades y los partidos de fútbol y el programa-resumen "La Moviola" de los lunes sin tener que atravesar los dos puentes para acercarse a verlos al Cruce o al Stop, los dos bares de la Kábila donde se veía la televisión con menos interferencias.
Pese a la tele, la primera radio de transistores seguía siendo la compañera de siempre…. Desde Radio Juventud de Ponferrada (“la voz del bierzo… la voz amiga” era su eslogan) seguía atentamente las canciones de éxito: “Si yo tuviera una escoba”, de Los Sirex, “La Chica Ye-Yé” de Concha Velasco y, sobre todo, "No tengo edad" de Guiglioga Cinquetti, de la que me enamoré perdidamente….
Todas estas nuevas aficiones, junto a las habituales (partidas de billarda, come-terrenos, bote, rebusco de “aceroles” y membrillos por la carretera de Toral, guerras de barrio, etc..) me pusieron muy cuesta arriba el primer trimestre en el nuevo colegio…
-“Sólo sirve para hacer recados… sólo sirve para hacer recados… sólo sirve para hacer recados”…. Esta frase de la monja visionaria se repetía en mi mente sin parar.
Una mañana de domingo entré en la cocina todo decidido… Delante de un recién hecho y humeante tazón de chocolate “La Concepción” y unos churritos de Pepe “Pájaro” -servidos por “Litri”- les espeté, todo serio, a mis padres:
-“No os preocupéis…sacaré la prueba de ingreso en junio”.
Al menos, ese año cumplí la promesa… creo, más que otra cosa, por fastidiar a la monja-oráculo
viernes, noviembre 07, 2008
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