domingo, abril 06, 2008

cuaderno del Camino- Fin-

"HUEVOS DE PLOMO".
Arzúa - Santiago de Compostela (38 Km)
Sábado 5 de Abril de 2.008. Estación de ferrocarril de Santiago de Compostela. Por los altavoces, entre anuncio de tren y tren, suena la canción de Ray Charles "Georgia on My Mind". Esperamos el "nocturno" que nos trasladará de nuevo a Madrid. Ponemos, así, punto final a una nueva correría por el Camino de Compostela.

Con nosotros llevamos cansancio, frío polar y sol abrasador, momentos de alegría y desesperación, unos piés llenos de tiritas y rozaduras de última hora que nos hacen andar como si tuvieramos "huevos de plomo" (con perdón por la expresión) y, además, pese a las reiteradas duchas, teniendo la sensación de apestar a buey rancio.
No es para menos, el viernes 4, lo que considerábamos como una etapa de mero trámite para llegar el sábado a Santiago terminó convertiéndose en una maratón bajo un sol abrasador que, unido al sudor en mis bolsillos, llegó por ejemplo hasta inutilizar las bandas magnéticas de la tarjeta de crédito y de la seguridad social que he llevado para el viaje.
10 horas de trayecto que comenzaron en Arzúa con una preciosa mañana de primavera.Con el transcurrir de las horas, se fue convirtiendo en una jornada de pleno verano más digna de un chapuzón en el río que de andar por los caminos resecos de Lavacolla.
Me pasó igual la vez anterior... A 25 kilómetros de Santiago empiezas a darle vueltas a la cabeza. "Tan cerca de Compostela, te preguntas, ¿para qué vas a quedarte a sus puertas si puedes llegar ese mismo día?..
Y ahí está la perdición: la cabeza puede, en este caso, más que los piés y decides tirar, tirar... y tirar en un trayecto que, en sus últimos kilómetros, es, sin duda, el más feo de todo lo recorrido. El sol, en todo lo alto, te vá coloreando, primero, y enrojeciendo la piel después. Los trayectos de asfalto son agotadores para las plantas de los ya cansados piés y empiezas a beber a cada momento. Por arte de magia, la mochila multiplica su peso sin explicación alguna. Chorreas agua como una fuente mientras vés que se reseca la piel y se seca la boca.
Muchos de vosostros seguro que os preguntareís: ¿a qué viene, entonces, tanto esfuerzo?. Este tio es gilipollas,... sufrir para nada.
Es dificil la respuesta, si piensas racionalmente. Sin embargo, el propósito de llegar era mucho más grande que cualquier contrariedad y, cuando recorres la compostelana calle del Franco y ves asomar la primera torre de la Catedral todo toma un nuevo sentido. Allí, hace nueve años, con mi chica, mis hijas y mis padres, estuvimos extasiados un largo tiempo contemplando la fachada del Obradoiro y...¡¡¡ prometimos volver ¡¡¡.
Desgraciadamente, mis padres ya no están con nosotros y, esta vez, la primera que he pisado Compostela desde aquél ya lejano día de julio de 1.999, he visto y he sentido también por ellos... No vayais a pensar que ha sido un reencuentro triste con Santiago... Me sentí nuevamente reconfortado ante la imagen de un basílica majestuosa impulsada por el obispo Gelmírez, allá por el año 1.100, que emociona todos los sentidos.
Si a la luz del día parece fantástica, os recomiendo que la veais iluminada de noche. Cobra una nueva dimensión y recorriendo despacio la fachada te das cuenta de la complicada estructura y los mil detalles que encierra. Te inunda el alma tanta belleza.
Y ya que hablamos de recomendaciones, os sugiero que, como nosotros el sábado, cuando vayais a Compostela os deis una vuelta por todo el casco viejo, incluyendo un lugar que, por la mañana, pasa bastante desapercibido: el mercado de la ciudad... un deleite para los ojos que recorrí junto a mis "amigos-sarrios" y algunas de cuyas viandas marinas expuestas en ese lugar seguro que bullen todavía por mis tripas.

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