"Aquí, Radio España Independiente; estación pirenaica, la única emisora española sin censura de Franco... transmitiendo por la onda...".
“LA PIRENAICA”.
-Oye papá, ¿Qué es “la Pirenaica”?
Detrás de su mesa, en la sastrería, Lisardo dejó súbitamente su enorme tijera de cortar y no pudo evitar una cierta cara de desconcierto ante la pregunta de su curioso hijo. Después de un momento de perplejidad, el maestro-sastre pasó al contraataque con el fin, creo yo, de no tener que contestar directamente ante el grupo de operarias y operarios que en aquél momento trabajaban en “Sastrería Lisardo”.
-¿Y dónde has escuchado tú eso de la Pirenaica?, me re-preguntó a su vez mi padre.
-Pues es que… cuando bajaba esta mañana de casa oí que un cliente preguntaba en Radio Campelo que si el aparato que le quería vender “cogía” La Pirenaica… que sino no lo quería.
-Pues mira, dijo bajando ostensiblemente la voz, La Pirenaica es la emisora de radio de los comunistas que no quieren que gobierne Franco.
-¿Y…?
-Y… ¡¡¡ nada más ¡¡¡, contestó rápidamente mi padre en un intento de zanjar cuanto antes una incomoda situación.
Me marché de la sastrería sin una respuesta clara. “Algo pasa con los comunistas”, me dije yo.
Una de las características innatas de mi familia ha sido siempre nuestra cabezonería. Saber, cueste lo que cueste. Estas evasivas lo único que lograban en mi ánimo es que aumentase la curiosidad. Yo había escuchado multitud de veces por la radio que los comunistas –“los rojos”- eran la encarnación de todo lo malo pero ese año era la segunda vez que oía hablar de ellos, sin que nadie despejase mis dudas. La primera vez había sido la historia que había contado mi pariente lejano Dositeo (ver relato “Verano y Comunismo” en este blog) sobre el jabón que hacían los comunistas de la Unión Soviética con las personas mayores que ya no podían trabajar. Preguntando a mi familia, lo único que había logrado eran evasivas y alguna que otra mala cara, amén de la destemplada frase de mi tío Marcial, que ante la cuestión de los “hombres-jabón”, no había dudado en afirmar: “este nino é a hostia… está medio louco”.
Así que había que buscar respuestas fuera porque sino me iba a quedar “in albis”·… sin saber de que iba la cosa. Ni corto ni perezoso, me dispuse a investigar por mi cuenta. Y así fue….El primer día que tuve clase de “Formación del Espíritu Nacional”, me fui derecho a mi profesor, Don Belis, y le descerrajé a bocajarro la pregunta de marras:
-Oiga, Don Belis, ¿usted escucha “La Pirenaica”?.
Si la cara de mi padre, ante la pregunta, había sido de desconcierto, la faz de don Belis, miembro de la Falange de la Villa, se transformó en un rictus explosivo. Congestionado, me sacó al pasillo cogido por una oreja, y comenzó a interrogarme:
-¿Quién te ha contado eso de La Pirenaica?.
-¿Lo has escuchado en casa?.
-Debería llamar a la Guardia Civil.
Yo, viendo que las cosas se ponían difíciles… me puse a la defensiva. No le hablé de Radio Campelo, ni le conté que le había preguntado a mi padre…ni nada. Me excusé como pude, asegurándole que lo había oído a un señor desconocido en la última feria de Santiago.
-¿Y cómo era ese señor?, me re-preguntó.
-No lo sé… no me acuerdo.
Por mucho que insistió, no me sacó ni un detalle más. Después del interrogatorio llegó la “inmersión ideológica”: que si los rojos son de lo peor, que matan a curas e incendian iglesias, que intentan destruir la patria para hacernos a todos esclavos… que si patatín… que si patatán… Así un largo rato hasta que recibí el castigo final: tenía que aprenderme de memoria todas las lecciones sin un fallo y a partir de aquél momento, cada examen que me pusiera tenía que finalizar con un folio en el que apareciese, en letras bien grandes, las archiconocidas frases: ¡¡¡¡VIVA FRANCO¡¡¡, “ARRIBA ESPAÑA”.
Pasado el susto, yo intenté olvidarme cuanto antes del incidente. Sin embargo, semanas después, en una visita a mis abuelos de Viariz, un “quinto” de mi padre me volvió a hacer reflexionar sobre todos estos acontecimientos cuando le oí decir:
-Franco é un cabrón. El vivindo n´o palacio do Pardo e nosoutros sin luz ni auga nas casas e rodeados de merda.
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