martes, abril 01, 2008

Cuaderno del Camino: Día 4

Un camino de extranjeros
A la orilla del Miño, en Portomarín, acabamos de recalar con nuestros huesos. Una jornada mucho más tranquila que las anteriores. Poco más de 20 kilómetros desde Sarria hasta este nuevo pueblo, nacido de los "planes de desarrollo hidráulico" de los años 60. Lo único que se conserva del anterior pueblo, hoy bajo las aguas del pantano, es la magnífica iglesia de San Nicolás, una de las muchas joyas del románico gallego que fue sacada piedra a piedra de su anterior ubicación y que costó tres años en ser reconstruída. El sol finalmente ha hecho su aparición, por fín, después de tanta lluvia, nieve y ventisca.
Me ha llamado la atención la cantidad de extranjeros de toda clase de edad que está haciendo el Camino. Son claramente mayoritarios; sobre todo franceses, alemanes y austriacos, aunque también norteamericanos y dos andarinas de Corea del Sur, una de las cuales acabamos de encontrarnos camino de la carnicería con un papel en el que estaba escrito "CHULETON DE BUEY" para que el carnicero le diese la mercancía .... Son así, lo observan todo, preguntan por todo, les interesa todo.. Muchos se hacen entender por señas, se esfuerzan por hacerse comunicarse en nuestro idioma... buena cosa que se interesen por lo que les rodea.
El Camino está mucho mejor señalizado que en etapas anteriores. Quizás sea por que desde Sarria se considera el punto de partida mínimo para llegar a Santiago y alcanzar la ansiada "compostela"... es decir, la credencial que te identifica como peregrino a Santiago.
Galicia está verde, pero toda la gente de los pueblos se queja de lo poco que llueve y, cuando lo hace, es de forma intermitente o torrencial, acompañada de nevadas un tanto a deshora... ¿cambio climático?, ¿periodo de sequía prolongada?. Así están las cosas.
Mañana, si el cuerpo no se niega, a Palas de Rey

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