En Sarria, después de dos duras jornadas.
Estado de Revista: agotado pero todavía con recursos.
A lo largo de las últimas horas, en mi cabeza ha retumbado sin cesar solo una pregunta: ¿cómo es posible que en la Edad Media los peregrinos pudieron hacer, en una jornada, el recorrido entre Ponferrada y Sarria?, ¿qué pié calzaban los en aquella época?, ¿llevarían una pócima mágica?. Estas preguntas vienen a cuento del sacrificio (sí, sí, digo sacrificio) de lo pasado en las dós últimas jornadas y que no llega casi ni a la mitad de lo que los peregrinos en aquella época recorrian en un sólo día.
Nos ha pillado de todo: agua a mansalva, viento, nieve, granizo, truenos y, para compensar, algún rayo de sol que otro. La jornada del domingo comenzó con una salida desde Ruitelán, donde llovía a cántaros. Conforme nos fuimos acercando a las cuestas de La Faba un viento helador dejó paso al granizo que ya nos acompañó hasta O Cebreiro. Pasamos, pues, del "morenito agromán" del primer día al "blanco nuclear" de ayer... La lluvia, el viento y el granizo fueron nuestros compañeros hasta llegar a Fonfría, donde, extenuados a media tarde, decidimos pernoctar en un albergue. Un albergue, por cierto, cuyo propietario decidió por la noche apagar la calefacción por lo que a las cuatro de la mañana hacía casi más frío dentro que fuera. Ha sido divertida la coña que le hemos montado esta mañana a la pobre hospitalera que ha tenido que dar la cara por el dueño.
Esta mañana (31/03/08) hemos amanecido con cuatro centímetros de nieve aunque la carretera en buen estado gracias a que, durante toda la noche, los servicios de conservación estuvieron esparciendo sal, lo que ha posibilitado que esta mañana hayamos podido bajar hasta Triacastela por la carretera en vez de por el Camino original.
Se echa de menos un poco más de señalización porque el peregrino, en algunos tramos, se pierde o no sabe por dónde tirar. Es el caso de la bajada de O Cebreiro o el acceso al alto do Poio por O Padornelo. En jornadas y tramos duros como el de ayer no vendría mal un poco más de información, más que nada para que el peregrino tenga un poco de ayuda psicológica y se sienta más seguro ("voy bien"..."no me he equivocado".
También quiero hacer notar el ambiente amable de la gente con la que te vas encontrando frente a algunas que rigen algunos establecimientos de venta de productos al público que recelan del peregrino. Y lo del albergue de Fonfría, sin calefacción toda la noche mientras fuera parecía desprenderse toda la furia del cielo, es, por decirlo suavemente, incalificable.
En fín, seguimos bien, aunque a veces es dificil seguir a los dos sarrios (rebecos en castellano) pirenaicos que tengo por acompañantes. Salud... Mañana el objetivo... Portomarín.
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