viernes, marzo 28, 2008

Remedios caseros-

Hoy voy a hablaros de "Remedios Caseros"
Os contaré para empezar que,una parte de mi familia, ha sido siempre propensa a excentricidades caseras para ponerle remedio a problemas de salud (todos decimos que son remedios "garantizados" ¿eh?).
Por ello, me ha venido a la memoria lo que hizo mi tío Segundo, hermano de mi padre. Así fué y así os lo cuento:

Hortigas y Pulmonía
A comienzos de los años 40, las dificultades para conseguir penicilina eran enormes, al menos en el Bierzo.
En un frío invierno con muchísima nieve, mi tio Segundo cogió una pulmonía doble. Bajó andando desde Villagroy, la aldea donde vivía, hasta Villafranca para visitar a don Genadio, el médico.
Éste, a su vez, se encontraba enfermo por lo que no pudo atenderlo.
Triste, con fiebre y una tiritona de no te menees, Segundo cogió el camino de vuelta a casa sin dejar de reponer fuerzas en una de las cantinas de la villa, la del "Manco" en el Otro Lado.
Allí, entre vaso y vaso, se encontró con un amigo de Cadafresnas que, al verlo con tal mal aspecto, le preguntó que le pasada. El le respondió que tenía mucho catarro, expectoraba con un poco de sangre todo el día (desconocía lo de la pulmonía), con fiebre alta y una tiritona continua.

Su amigo le comentó que él utilizaba un remedio para los catarros fuertes que le iba muy bien: una infusión con hojas de hortiga.
Paso a paso volvió camino de la aldea rumiando el remedio de su amigo.
"si éste cura los catarros con hortigas... pues yo también", se dijo. Y antes de llegar a casa, fué recogiendo por el camino, en un saco, todas las ramas de hortigas que fue encontrando.

Cuando llegó y después de contarle su fallida visita al médico le dijo a mi tía Pilar:
-Me voy a la habitación. coge un paño y ven.
Cuando entró en la habitación, Pilar se encontró encima de la cama, en pelota picada, a mi tío:
-Pero ¿que haces, Segundo?
-Tu cala e vais facer o que eu che diga. Colle ramas de hortigas que traxe do camiño e restrégame con elas por todo o corpo.

Después de unos minutos de discusión (que sí... que no...que sí.. que no) mi tía puso en práctica lo que Segundo le dijo.
Con un paño resguardándose de las hortigas, Pilar recorrió el cuerpo en pelotas de Segundo con las ramas de hortigas, restregándoselas cada vez con más fuerza ante la insistencia de mi tío. Los resultados fueron tremendos: un cuerpo enrojecido y hurticado desde la cabeza a los pies, las narices le reventaron a sangrar como un grifo y, cuando se relajó, estuvo durmiendo cerca de dos días... eso sí, cuando se levantó a la mañana del tercer día, Segundo se tomó una copa de aguardiente y fue a darle de comer a las vacas... la pulmonía había desaparecido.

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