Don Ramón Carnicer.
Mi encuentro con la literatura de don Ramón se produjo en los últimos años de la década de los 60 a través de un libro al que acudo por su frescura o cuando ataca la nostalgia. “Cuentos de ayer y de hoy” es un compendio de relatos en el que, bajo el nombre imaginario de Villavieja, nos cuenta la polémica instalación de los urinarios en la plaza de nuestra villa o ese fantástico pasaje del supuesto inspector sanitario que es descubierto a raíz de los efluvios de un merecido homenaje.
Don Ramón era un villafranquino “de pura cepa”.Huérfano de padre a muy temprana edad, estudia en la villa el bachillerato elemental y gana por oposición una plaza en Correos al año siguiente de la proclamación de la República en nuestro país. La guerra civil y sus consecuencias las vivirá personalmente de forma traumática al ser asesinados su cuñado Francisco y su tío sacerdote Bernardo. En la década de los 40 accede a la universidad, donde deja una profunda huella como enseñante y por su compromiso antifranquista.
No he tenido la suerte de conocerle pero sí creo haberme acercado a su personalidad a través de su obra: las memorias, que publicó en dos volúmenes -"Friso menor" y "Codicilo"-, “Los árboles de oro”, “También murió Manceñido”, “Gracias y desgracias de Castilla La Vieja”, “Todas las noches amanece” o las ya citadas “Cuentos de ayer y de hoy” o “Donde las Hurdes se llaman Cabrera” son mezcla de vivencias y reflexiones personales que nos acercan a ese hombre elegante y espigado, intelectualmente siempre despierto, que llevó Villafranca y a las gentes del Bierzo en su corazón.
Gracias Don Ramón por las horas que nos ha hecho reir, pensar e imaginar... muchas gracias.
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