JUGUETES
“Tengo que salir cuanto antes a ver si los han puesto”( pienso para mí)…
Son las nueve y cuarto de la mañana. Hoy es fiesta,…. “La Inmaculada Concepción de María”. Hace frió. El invierno ha llegado con toda su crudeza. Me lavo “como los gatos”. No puedo más... Un hormiguillo especial me corroe….Termino, deprisa y corriendo, el desayuno. …
-Pero …¿dónde vas tan deprisa?, pregunta mi madre.
-Pues…pues… pues…por ahí…
-¿Cómo que por ahí?. Tienes que ir a misa a la Colegiata a las 10.. Son las nueve y cuarto… Esto me huele a “chamusquina”….Si no me dices a dónde vas no te dejo salir (replica mi madre).
-Jo-vá…mamá…. Es que hoy es el día que ponen los juguetes en la tienda de Benito Peón,en Erundina y en la Mercería “La Coruñesa” y antes de ir a misa, me gustaría pasar por allí…
Era uno de los mágicos momentos del año... Casi un mes, de escaparate en escaparate, para elegir el juguete que le pediríamos a los Reyes. La inmensa mayoría de las veces (al contrario de lo que ocurre ahora) los juguetes elegidos se quedaban por el camino y eran reemplazados por lo que el escaso bolsillo de los Reyes podía.
Eso sí… nunca faltaban algunos juguetes básicos: un coche o moto de hojalata Payá, alguna espada para jugar “a romanos” y las inevitables y necesarias pistolas con “restralletes” para rememorar las películas de “indios y vaqueros”.
(No olvidaré –ya lo he contado en una intervención anterior- una sesión de cine, tres y media de la tarde, el día de Reyes, cuando, cada vez que hacía su aparición en pantalla, el “malo” de la película -que casi siempre vestía de negro- era “sistemáticamente matado” por un buen puñado de pistolas empuñadas por el público menudo. Matanza del “malo” a la que yo me sumé con gusto hasta que Mario, el acomodador, y Pepe, el portero, localizaron al grupo de alborotadores y nos echaron del cine sin contemplaciones).
Como he dicho, coches, pistolas y espadas (con el escudo a conjunto, ya era todo un lujo) formaban el grueso de las peticiones a los Reyes. Sin embargo, hubo otros juguetes que me marcaron una época, al menos para mí. Fueron, básicamente, dos:
El primero de ellos fue el primer estuche de los “Juegos Reunidos Geyper”. Magníficas tardes jugando al Parchís, la Oca, a la Ruleta, el Quita y Pon, Las Ratas, 3 en Raya y un largo etcétera.
El segundo fue “El Mago Electrónico”. El tal Mago, era un muñeco con aspecto de robot que con una varita metálica respondía a las preguntas que seleccionábamos previamente en un tablero. Las preguntas eran de distintas materias: cultura general, ciencias naturales, hombres célebres, historia, Deportes etc. También llevaba una hoja con unos espacios en blanco para poder crear nuestras propias preguntas y respuestas; la mayoría de las veces eran sobre nuestra familia: qué desayuno le gusta más a tu hermano, qué día del año bajan siempre los abuelos, cuándo era la fiesta del Cristo, etc.
Con los Reyes había que afinar bien. Si te pasabas en la carta petitoria...¡no te hacían caso¡. Por eso, las observaciones del “material” eran tan importantes... hasta el punto que muchas veces había que hacer cola ante los escaparates; una cola que en más de una ocasión causaba auténtica desesperación a los comerciantes. No es que éstos no quisieran que viésemos los juguetes o que pasásemos las horas muertas pegados al escaparate de sus tiendas. El motivo de su contrariedad eran los enormes churretones que quedaban impresos en el cristal después de tanto señalar y apoyarse en ellos. Por esta época nos convertíamos en niños-lapa.
“Tengo que salir cuanto antes a ver si los han puesto”( pienso para mí)…
Son las nueve y cuarto de la mañana. Hoy es fiesta,…. “La Inmaculada Concepción de María”. Hace frió. El invierno ha llegado con toda su crudeza. Me lavo “como los gatos”. No puedo más... Un hormiguillo especial me corroe….Termino, deprisa y corriendo, el desayuno. …
-Pero …¿dónde vas tan deprisa?, pregunta mi madre.
-Pues…pues… pues…por ahí…
-¿Cómo que por ahí?. Tienes que ir a misa a la Colegiata a las 10.. Son las nueve y cuarto… Esto me huele a “chamusquina”….Si no me dices a dónde vas no te dejo salir (replica mi madre).
-Jo-vá…mamá…. Es que hoy es el día que ponen los juguetes en la tienda de Benito Peón,en Erundina y en la Mercería “La Coruñesa” y antes de ir a misa, me gustaría pasar por allí…
Era uno de los mágicos momentos del año... Casi un mes, de escaparate en escaparate, para elegir el juguete que le pediríamos a los Reyes. La inmensa mayoría de las veces (al contrario de lo que ocurre ahora) los juguetes elegidos se quedaban por el camino y eran reemplazados por lo que el escaso bolsillo de los Reyes podía.
Eso sí… nunca faltaban algunos juguetes básicos: un coche o moto de hojalata Payá, alguna espada para jugar “a romanos” y las inevitables y necesarias pistolas con “restralletes” para rememorar las películas de “indios y vaqueros”.
(No olvidaré –ya lo he contado en una intervención anterior- una sesión de cine, tres y media de la tarde, el día de Reyes, cuando, cada vez que hacía su aparición en pantalla, el “malo” de la película -que casi siempre vestía de negro- era “sistemáticamente matado” por un buen puñado de pistolas empuñadas por el público menudo. Matanza del “malo” a la que yo me sumé con gusto hasta que Mario, el acomodador, y Pepe, el portero, localizaron al grupo de alborotadores y nos echaron del cine sin contemplaciones).
Como he dicho, coches, pistolas y espadas (con el escudo a conjunto, ya era todo un lujo) formaban el grueso de las peticiones a los Reyes. Sin embargo, hubo otros juguetes que me marcaron una época, al menos para mí. Fueron, básicamente, dos:
El primero de ellos fue el primer estuche de los “Juegos Reunidos Geyper”. Magníficas tardes jugando al Parchís, la Oca, a la Ruleta, el Quita y Pon, Las Ratas, 3 en Raya y un largo etcétera.
El segundo fue “El Mago Electrónico”. El tal Mago, era un muñeco con aspecto de robot que con una varita metálica respondía a las preguntas que seleccionábamos previamente en un tablero. Las preguntas eran de distintas materias: cultura general, ciencias naturales, hombres célebres, historia, Deportes etc. También llevaba una hoja con unos espacios en blanco para poder crear nuestras propias preguntas y respuestas; la mayoría de las veces eran sobre nuestra familia: qué desayuno le gusta más a tu hermano, qué día del año bajan siempre los abuelos, cuándo era la fiesta del Cristo, etc.
Con los Reyes había que afinar bien. Si te pasabas en la carta petitoria...¡no te hacían caso¡. Por eso, las observaciones del “material” eran tan importantes... hasta el punto que muchas veces había que hacer cola ante los escaparates; una cola que en más de una ocasión causaba auténtica desesperación a los comerciantes. No es que éstos no quisieran que viésemos los juguetes o que pasásemos las horas muertas pegados al escaparate de sus tiendas. El motivo de su contrariedad eran los enormes churretones que quedaban impresos en el cristal después de tanto señalar y apoyarse en ellos. Por esta época nos convertíamos en niños-lapa.
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