lunes, enero 15, 2007

EMERITA. “La Roca”

Estimados miembros del foro. Retomo, después de varias semanas, este apartado dedicado a Personajes y Costumbres de la Villa para hablaros de una persona de nuestra familia que ha dejado una profunda huella no sólo entre los suyos sino, también, en el de muchos villafranquinos y bercianos que nos han mostrado estos días su afecto y su tristeza.

Desde que abrí este apartado, coincidiendo con su estancia en casa este desgraciado invierno, me hacía leerle todos los días las cosas que iba escribiendo en este foro…

Hoy, donde estés, te toca a ti…. Espero que pongas la misma cara que cuando te leía el retrato de Nixo, las correrías de San Antonio Laconeiro o el Laboratorio que montamos en casa de tus amigos el señor Eliseo y la señora Manuela…

(a mi madre, “in memoriam”).

Sus restos reposan mirando al Malvís, como era su deseo. Desde siempre se consideró villafranquina aunque naciera en Viaríz, donde transcurrió su infancia y juventud. Hija del herrero Belarmino y de la siempre atareada Olimpia, era la mayor de cuatro hermanos.

A los 18 años comenzó a “rondarla” un estirado y siempre elegante aprendiz de sastre del mismo pueblo, Lisardo de casa “Soutín”, que hacía sus primeros pinitos con la tijera con su padrino de Castropetre. Terminado el aprendizaje de mi padre, el “galanteo” fue adelante. La boda se celebró en Cuaresma, ante las reticencias de un cura que se vio en la obligación de casarlos después de que mi padre (siempre echado “pa lante”) amenazase al sacerdote con una contundente frase: “o me casa…o me arrejunto”.

Tras el “viaje de novios” (un paseo por la carretera de Cadafresnas “escoltados” por el resto de los invitados a la boda a escasa distancia) y con unas 175 pesetas en el bolsillo comenzaron su vida juntos en una habitación con cocina que les alquiló Francisco “el Guardia” en la Kábila.

Lisardo cortaba y ponía las mangas…Emérita cosía . Siempre me admiró su capacidad para tratar amablemente a la gente, aunque nunca le faltó ese punto de desespero con el revoltoso hijo pequeño que, en algún descuido, le tiraba todo lo que encontraba a la calle de Jesús Adrán desde el segundo piso donde vivíamos…o salía corriendo, con la zapatilla en la mano, cuando me asomaba a la cocina provocadoramente y la retaba con la frase “¿ a que no me pegas?... y salía pitando escaleras a bajo.

Preocupada por todo y por todos, dedicó su vida a atender a los suyos por encima de todo . El bienestar de su familia fue su objetivo y sus nietos fueron su gran satisfacción. Descubrió el mar de mayor (en un viaje a La Coruña con mi hermano) y quedó extasiada…siempre le gustó sentarse a la orilla, en silencio, para mirarlo y remirarlo…. Profundamente religiosa (que no beata) no olvidaré nunca la imagen de verla subir, con los pies descalzos, el día de la fiesta de la Virgen del Carmen a Dragonte, para cumplir una promesa que nunca me quiso revelar pese a mi insistencia de niño de 10 años…. “Las promesas son para cumplirlas…no para hablar de ellas”, me repetía.

Buena cocinera para los demás,… ella, sin embargo, comía como un “paxarrin”. Le gustaba pasear, hablar con amigos y conocidos, el teatro y el cine (sobre todo las películas de “Cine de Barrio” que seguía con verdadero deleite) y los telefilms como “Rex”..

Hoy, la ausencia de la durante años incólume “Roca” nos ha dejado sin uno de los principales puntos de referencia en la familia…. pero también nos ha inculcado grandes enseñanzas: ser amable con la gente, cariñoso con los tuyos, procurar no hacer mal a nadie y conservar, siempre, la memoria de dónde venimos….

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