jueves, enero 11, 2007

“EL PITILLO”.

-“No hay un café como el del Pitillo. Yo no sé si será por el café, cómo lo hacen, la cafetera o las tres cosas a la vez ”.
Esta frase se la he escuchado yo a mi padre desde que era pequeño y la sigue manteniendo en la actualidad, pese a que ahora los médicos le tengan prohibido ese brebaje originario de Abisinia. Es difícil explicar qué es El “Pitillo”. Quizás una de las posibles definiciones sea que hablamos de uno de los pocos establecimientos públicos de la villa que sigue conservando el sabor de antaño, cuando las conversaciones delante de un café o un vaso de vino no estaban dominados por el reloj o, más bien, por las prisas sin motivo. Ha sido y sigue siendo, sobre todo, un bar acogedor. Te sientes a gusto en él. Invita a la conversación distendida o al contraste de pareceres pero siempre, siempre, te encuentras como en tu casa. Mis primeros contactos con “El Pitillo” se basaron en el “merosol”. En las tardes de domingo, mientras mi padre y mi madre se tomaban un café con leche primorosamente preparado por Baldomero y su mujer (de la que siempre recuerdo sus atenciones hacia nosotros y sus bellos ojos negros), yo me dedicaba a darle al “combinado” de gaseosa y vermouth o Quina Santa Catalina... ¡¡¡ me sabía a gloria¡¡¡. Posteriormente, el “merosol” pasó a un segundo plano para dejar paso al refresco de naranja y al “Canadá Dry” (una simulación de la coca-cola) que distribuía Olarte. Los vinos de la mañana han sido siempre reposados en este bar. Los de la tarde, mucho más bulliciosos... Pero, realmente, donde el “Pitillo” ha mostrado siempre su mayor esplendor es a la hora de la partida. Nunca he sido buen jugador de cartas pero siempre me han fascinado las partidas al “subastao” de este local.... Mesas de mármol blanco donde se apuntaba la marcha del juego con lapiceros pequeños, una buena colección de mirones y una espesa humareda de pitillos y “farias” han estado indeleblemente unidos siempre al “Pitillo”. En las partidas del domingo, frente al “Casino” con su aire “señorial y de fuerzas vivas”, el “Mercantil” con un cierto toque de “profesionales liberales”, el “Pitillo” siempre ha mantenido un cierto aire “proletario”... muy cercano a la gente (que no se me entienda mal, por favor). Hoy... la saga de Baldomero (Merín, Pitillo,...).. continúa.... está en buenas manos.... Toño y Marisa (con la ayuda de Concha Bermúdez) siguen manteniendo vivo y potenciando con su inquietud un establecimiento que ya es una referencia para la villa, los villafranquinos y un buen número de bercianos

No hay comentarios: