martes, mayo 26, 2009

De nuevo en el Camino.

El año pasado nuestro reto fue el tramo final. Desde la Puerta del Perdón de Villafranca hasta la Puerta del Perdon de la Catedral de Santiago. Este año, por el contrario, en la ya habitual compañía de mis dos amigos ?sarrios? (rebecos) pirenaicos, ha tocado comenzar por el inicio, por Roncesvalles, en los campos donde un conglomerado de pueblos hispanos aniquilaron la retaguardia de los ejércitos de Carlomagno, surgió el mito de Roldán y se oyó el trágico gemido del Olifante. Tierras de leyenda para una nueva y enriquecedora experiencia que ha culminado, una semana después, en las ricas y acogedoras tierras de La Rioja.
Sentidos en el Camino.
La pregunta inicial de siempre: ¿serás capaz?. Las disimuladas miradas de los pasajeros del metro a tu bordón. Lo mucho que pesa la mochila. El tranquilo viaje en tren leyendo unos periódicos que caerán en el olvido durante los próximos días. El reencuentro pamplonica con unos espárragos que, de tanto calibre, se salen del plato. La llegada a Roncesvalles. Continúa la incertidumbre: ?¿serás capaz?? . La misa y posterior bendición de los peregrinos, en latín, en la Colegiata de Roncesvalles atestada de alemanes, franceses, holandeses y españoles. El toque exótico compuesto por un neozelandés errante, un joven argentino al que traicionaron sus piernas en la quinta etapa, un israelí en busca de respuestas interiores a los sentimientos encontrados que vive su país y un japonés de 70 años que ha recorrido cinco veces el espiritual Camino de Kumano de Japón a una media de 40 km diarios (o sea, el doble de la habitual). La pequeña y hermosa Capilla de Santiago en Roncesvalles y el "Silo" de Carlomagno. La inquietud de la noche anterior a comenzar a andar. Los inolvidables bosques de hayas, pino y robles del pirineo navarro. Las palabras de aliento para las personas que ves sufrir. El primer superbocata de chistorra para almorzar. Las delicias de un barreño con agua caliente, sal y vinagre para tus sacrificados pies. La morriña de no estar con los tuyos al atardecer. La sinfonía de ronquidos de los albergues a la que, más pronto que tarde, terminas acostumbrándote por el cansancio acumulado. Navarra vive unos días de zozobra, pendiente de que su equipo de futbol, el Osasuna, pueda descender a segunda división y que se resume en una pegatina distribuida por todas partes y que reza, categórica: "Yo No Bajo". Descubrir nuevamente la importancia de tus pies y tus piernas. Cantarles o intentar responder a los cantarines trinos de los pájaros en su despertar matinal. El puente de "La Rabia", en Zubiri, donde la tradición hacía pasar a los animales tres veces, por su ojo central, para combatir posibles enfermedades. Los campos de trigo al amanecer bajo la bruma. La satisfacción de comprobar la multitud de peregrinos que conocen la importancia de Villafranca del Bierzo en la Ruta Jacobea. El verdadero deleite que produce al paladar una menestra de verduras navarra. La satisfacción de comprobar que, en esta ocasión, no tienes ampollas en los pies. La desconcertante llegada a Pamplona y redescubrir el ruido de los coches y las prisas de la gente. Imaginarse el ambiente de los Sanfermines por las calles Estafeta y Mercaderes. La tranquila conversación con Maribel Roncal, hospitalera de Cizur Menor, que es una tradicional y versada figura en el Camino similar a nuestro "Jato" villafranquino. Pensar en voz alta y responderte a ti mismo. El Cristo renano de la Iglesia del Crucifijo en Puente la Reina. La tristeza por aquellos que no pueden continuar el Camino. El par de alemanes y el brasileño que se alimentan exclusivamente de pan, mortadela y vino. Acordarte emocionado de todos a las personas queridas y que se han ido ya. La espectacular iglesia octogonal de Santa Maria de Eunate. Los enormes campos de habas y espárragos a punto de recolección y cultivados con esmero. El cariño y respeto de la gente hacia el peregrino. El sabor inigualable de un bacalao con fritada de verduras en Estella. La tranquilidad de espíritu que experimentas recorriendo el claustro de la Iglesia de San Pedro de la Rúa. La incertidumbre matinal de si te andarán las piernas como en días anteriores. El enorme bullicio de gente alrededor de la Fuente del Vino en las cercanías del Monasterio de Irache. Comprobar con satisfacción que la mochila pesa cada vez menos en una ya cada vez más acostumbrada espalda. El deleite corporal de las diarias duchas con agua hirviendo a punto de despellejarte la piel. La inigualable cúpula Iglesia del Santo Sepulcro, en Torres del Río, copia exacta de la existente en Jerusalén o la fascinante Iglesia de Santa María en Viana. La entrada en tierras riojanas con un calor de 30 grados y aire sahariano. El animado ambiente de la logroñesa calle del Laurel. Pensar ya en el agradable regreso a casa. Meterte en una placentera cama con sábanas pensando que sí... que las incertidumbres han quedado atrás y que, nuevamente, has sido capaz.

2 comentarios:

oskarbierzo dijo...

Muchos ánimos y suerte en "el camino" intentaré seguir tu periplo aunque la próxima semana estaré en Suecia espero tener tiempo para conectarme y ver tus novedades, un abrazo fuerte.

garciaberciano dijo...

gracias oskar. hemos tenido que dejarlo en Logroño porque uno de los compañeros andariegos no tenía más días. gracias por los ánimos y buen viaje por las suecias. un abrazo.