martes, enero 16, 2007

"""EL OBRADOR DE BERMÚDEZ"""

La amistad, desde los últimos años de infancia, con Concha "La Brava" (espero que no se moleste desde su barra del "Pitillo" porque ella sabe que este apodo está escrito con todo el cariño del mundo) me llevó a entrar en contacto con un lugar y, sobre todo, una persona a la que sigo echando de menos cuando me acerco a la villa:
Pepe Bermúdez, Maestro Pastelero.
Declaro mi culpa: soy goloso por naturaleza. Creo que es una herencia genética directa de mi abuela paterna a la que le gustaban, sobre todo, las tabletas de chocolate y las galletas de manteca. Desde niño, mis escaparates más visitados (a parte de los juguetes en navidad de las tiendas de Benito Peón y Erundina) era "la ruta de las pastelerías"... Primero, en la calle de Arén, repaso al escaparate -sino me falla la memoria- de "La Concepción"... Con las papilas gustativas ya "exaltadas", directo a los soportales de la plaza para ver la exposición de "Beberide" y, el remate, en pastelería "Ledo". Los pasteles eran cosa de domingos especiales, cumpleaños, Santo Tirso y El Cristo... pero había algo, entre semana, más asequible para mi exiguo bolsillo... habitualmente, creo recordar los martes, el Maestro Bermúdez hacía caramelos de "Malvavisco"... A 10 céntimos (una "perra gorda") por unidad, 10 caramelos por una peseta (más alguno que, de vez en cuando, caída de "gañote"). Además de pasteles,caramelos,bombones y tartas -lujosamente colocados en mostradores de marmol y vitrinas y armarios pintados de blanco-, había otra cosa que levantaba siempre mi curiosidad en la Confitería "Ledo": ¿¿¿qué habría tras los dos escalones y la puerta del fondo por donde salían bandejas y bandejas de milhojas,merengues, cañas de crema, cuñas con "cabello de angel"....??? Años después pude saciar mi curiosidad...Trás un pasillo angosto (lleno de cajas, sacos de azucar, harina, almendras, obleas...) se llegaba a una ámplia estancia rectangular llena de largas mesas, calderos y demás utensilios para repostería... Al fondo, el horno. Allí observé días y días al Maestro Bermúdez en plena acción. No pasaba un día que no visitara a Pepe... -"Josín" (así me llamó siempre) ¡¡¡coge un pastel¡¡¡ Nunca le dije que sí, aunque me moría de ganas... La amistad con aquel hombre y Concha (su mujer) era más importante que mi gula..... "Parecería -pensaba- que vengo a verlos para comer pasteles".

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